Entrevista por Valeria García

Revista nómada tuvo la oportunidad de hablar con Guadalupe Moctezuma, quien en estos últimos tres años padeció del síndrome del cuidador primario. Ella cuidó a su mamá, la señora Silvia Moctezuma, quien sufrió un accidente y tuvo una fractura de cadera, conllevándola estar en cama y depender de alguien. En esta entrevista, la señora Guadalupe nos relata cómo ha sido su vida desde ese accidente y todo lo que ha tenido que pasar. También estuvo presente en la plática su esposo, Augusto Campos, quien también fue parte del proceso. 

Para entender mejor el tema, vamos a partir con ¿Qué es el síndrome del cuidador primario? Se da cuando una persona dependiente requiere a alguien para que lo cuide, este síndrome puede llegar afectar de una manera perjudicial, puesto que el cuidador empieza a desgastarse física y emocionalmente, pues lleva todo el peso de cuidar a su familiar dependiente. 

En la vida adulta de Guadalupe, la señora Silvia empezó a vivir otra vez con ella en el 2007, cuando falleció el abuelito de Guadalupe, o sea, el papá de Silvia. Ella, al tener miedo de estar sola, fue a quedarse en el departamento chiquito que tenía el recién matrimonio de Guadalupe y Augusto. Por el poco espacio que tenían, decidieron regresar a donde vivía la señora, que era la casa de ella y de su papá. Entonces Guadalupe llevaba viviendo con su mamá 43 años. 

Pero no fue hasta 2021 que empezó a hacerse cargo de su mamá. En el año mencionado, la señora Silvia sufrió un accidente, al caerse se fracturó la cadera. Desde ese momento todo cambio en la vida de Guadalupe, puesto que ahora tendría que hacerse cargo de su madre y de su familia, claro que con la ayuda de su esposo Augusto. La señora Silvia, al ser una persona de la tercera edad y al tener una operación delicada, ya requería de alguien para todo. Se quedó en cama durante 3 años, puesto a que ya no tenía la estabilidad ni el equilibrio para pararse por sí sola.  

“Es lo más desgastante que puedes vivir”, explicó Guadalupe, con cansancio en su voz y la mirada rendida. Ella comentó que tenía cambios constantes de ánimo y obviamente todo el día estaba irritada, tiene dolores musculares por toda la tensión que conlleva. “Te preocupas excesivamente, por algún ruido fuerte, pienso que es mi mamá que se cayó otra vez. La verdad es que, si llegó a pasar, que se caía porque quería pararse o por desesperada”. 

“Mi salud física y emocional fueron disminuyendo cada día, pero no era tan consciente de ello porque me dedique a cuidar a ella y a mi familia” comentó de una manera lenta y triste, puesto a que ella siempre estuvo para su mamá. Su rutina constaba de despertar, ayudar alistar a sus hijos para la escuela y después ver si necesitaba cambiar a su mamá, después darle de desayunar y cambiarla si es que lo necesitaba (cambiarla se refiere a quitarle el pañal y limpiarla después de haber hecho del baño), darle de comer, checar si todo estaba en orden, ayudarla con sus ejercicios de rehabilitación y caminarla, para terminar el día con la cena y otra vez cambiarla. 

“La verdad es que dependían los días, si es que estaba estreñida, si es que tenía diarrea. Podría cambiarla como unas 8 veces al día o menos, pero todo dependía de cómo se sintiera”  

Ante todo esto viene la incógnita sobre recibir ayuda. Al tocar ese tema, Guadalupe se quedó pensativa, pero a la vez chocada. “No me gusta, quiero abarcarlo todo yo”. Ella explicó cansada que muchas veces su hermana mayor, quien se encuentra en Estados Unidos, le ofrecían la opción de contratar alguien que la apoyara. A lo que ella comentó: “Las personas no entenderían lo incómodo que es que alguien externo esté en tu casa una gran cantidad de tiempo y que interrumpa tu privacidad, y no solo mía, sino la de mi familia. Es demasiada carga tener alguien más, claro que sería un apoyo, pero me sentiría peor.” 

Claro que Guadalupe cuenta con el apoyo incondicional de su esposo e hijos. También la señora Faby, quien la ayuda con la casa fue de gran apoyo a la hora de bañar a la señora Silvia. Es importante destacar que, aunque la hermana mayor, Socorro, se encuentra en Estados Unidos, fue quien apoyo de manera económica en cualquier gasto que tuviera Silvia. 

Teniendo toda la responsabilidad Guadalupe, era claro que existía el pensamiento de meter a su madre en un asilo, pero estamos hablando de su madre. “Sí, la amenacé, pero no sería capaz de hacer eso”, ella comentó con un poco de pena y en un ambiente un poco más relajado, y sonrió, pues ella ama tanto a su madre, que no importaba que tan cansada o enojada estuviera, no haría eso. 

Su madre se sentía que su hija menor hacía las cosas de una manera pulcra, delicada y sabía hacer las cosas, se sentía feliz y cómoda al tenerla a ella. Al preguntarle sobre sus habilidades de cuidadora, Guadalupe respondió con una sonrisa “Considero que es nato y con la práctica que vas adquiriendo”

No falta las personas opinando ante esta situación, pues muchos familiares se metían para decir que era correcto que alguien externo estuviera apoyando “Si en parte tenían razón, soy humano y no puedo hacerme cargo todo yo, pero nadie sabe cómo esa persona externa vaya a tratar a mi mamá. Tampoco saben lo que se siente vivir en esta situación, lo desesperante que llega a ser. Solo hablan por hablar, pero nadie sabe cómo vaya a reaccionar a tal situación”


Por desgracia, la señora Silvia falleció hace 3 semanas a causa de la grave salud que ya tenía. Esto fue de manera sorpresiva, nadie lo esperaba. Un domingo empezó a sentirse mal, ante eso Guadalupe decidió llevarla a urgencias, llegó una ambulancia por ella, sus nietos se despidieron de ella pensando que regresaría. El lunes ya estaba en terapia intensiva, los doctores no le tenían mucha esperanza de vida y fue hasta el martes que la señora Silvia estuvo con vida. Desde ese momento una parte de Guadalupe se fue con ella. 

Es difícil para Guadalupe expresar lo que siente al ya no tener a su madre, con la voz entrecortada y lágrimas en sus ojos expresó “Siento que pude haber hecho más” a lo que su esposo agregó “Siempre vas a sentir culpa, porque siempre quieres cambiar ese final”. Ella no se siente satisfecha con el trabajo que hizo por su madre, en su cabeza repite la escena en donde pudo ayudarla. Es difícil escuchar eso, sabiendo que Guadalupe hizo todo lo que pudo por su madre, interpuso la vida de ella antes que la de su familia. 

Lo peor de esto es que Guadalupe no ha podido vivir su duelo de la manera correcta, pues desde ese momento en que falleció tenía que hacerse cargo ella y su esposo de todos los papeles que se tienen que hacer. Después de tener que checar lo del velorio, súmale noches de desvelo. En ese momento también es sobre pensar la situación. “Antes que se muriera, los doctores venían con posibles soluciones, pero obvio tenías que pensar qué hacer. ¿Es lo correcto? ¿Sufrirá más? Es demasiado lo que tienes que pensar”. Otra cosa que complica el duelo es que el cuarto de Doña Silvia fue desacomodado tras la llegada de socorro, entonces ya no tiene la misma esencia como lo había dejado. Las cenizas ya fueron depositadas en un nicho. Entonces, para Guadalupe, el no tener ese espacio con su mamá ha sido difícil. El llegar a casa y no verla, el tener que despertarse y ya no ir a su cuarto. 

Guadalupe se quedó pensativa al querer recordar el mejor momento que ha tenido con su mamá “No puedo decirte solo uno, toda mi vida he estado con ella, siempre estuvimos como pegadas” mencionó acerca de su infancia, su padre las dejo, entonces la señora Silvia tuvo que hacerse cargo de sus hijas y sacarlas adelante. “Yo no me sé la vida sin ella”, expresó al recordar que siempre han estado juntas. 

“La verdad es que mi madre, fue una mujer demasiado fuerte y valiente, puesto a que desde pequeña la mandaron a Puebla sola para irse con las monjas, después regresó y fue cuando la mandaron a Xalapa, ya que ella es de Alto lucero. Siendo la hermana mayor, vio por todos sus hermanos, apoyo a sus padres. Salió adelante cuando su marido la dejó a ella y sus hijas. Trabajo todo lo que pudo”. Expresó orgullosamente Guadalupe, ya que ella admira mucho la fortaleza que ha tenido su madre, al igual que valentía, ya que la señora Silvia ha sufrido diversos accidentes antes de la fractura de cadera, como una fractura de rodilla. Se abrió la cabeza, tuvo un esguince en el pie y muchas caídas. 

La relación de madre e hija de por sí muchas veces llega a ser difícil, pero en este caso es algo más complicado, pues lidiar con frustración al ver que la otra persona no pone de su parte, obviamente te llegan momentos de desesperación y no actúas de la manera correcta. “Son muy parecidas, si son muy explosivas. Pero al final ninguna es rencorosa, porque ambas pensaban en la una y la otra. Así que, por más que te enojaras con ella, eres un humano. Yo no quiero que te lastimes mentalmente, porque jamás dejaste de estar con ella”, expresó el señor Augusto al reflexionar sobre lo que observaba ante la relación de madre e hija. A lo que Guadalupe comentó: “Siempre te vas a sentir mal, puesto a que cuando estaba viva tuve mis peleas y todo, pero cuando ella se murió ahora siento arrepentimiento.” 

“Me despedí de ella cuando el doctor me dijo que podría ser la última vez, le agarre sus manitas, la bese y la abrace. Le pedí perdón por todo, porque sé que en momentos de desesperación dije cosas que no debía. Le agradecí todo lo que hizo por mí y por mi familia, por amarme y elegirme a mí para cuidarla y estar en sus últimos momentos.” Comento llorando Guadalupe al recordar ese doloroso momento, en su voz se nota la tristeza profunda que siente, también menciono “Yo sé que ella me cuida desde el cielo, pero quisiera tener por lo menos unos minutos más para abrazarla y decirle que la amo”.