Para iniciar, Eugenia nos contó que estuvo durante 2 años en aquel país, debido al desempleo de su esposo y a que ella trabajaba en casa, donde le pagaban muy poco y el dinero no le alcanzaba. Relata qué fue muy difícil dejar a su país de origen, México, ya que al irse dejaría a sus pequeños hijos, Luis con 10 años y Edna con 8 años. Sin embargo, el hecho de tener una mejor calidad de vida le dio la fuerza para continuar con su viaje. Y gracias a un primo que tenía en Estados Unidos, quien les ofreció ayuda y les prestó el dinero para poder irse, es que lograron su objetivo.
En cuanto a la dificultad de adaptación a una nueva cultura y entorno, nos contó que allá no es un lujo tener coche, sino que es más una necesidad, ya que su departamento quedaba muy lejos de donde trabajaban, por lo tanto, optaban por caminar y eso llegaba a ser muy peligroso. Igualmente, al no tener coche se les dificultaban otras actividades, como ir a la iglesia. Para María, su primera impresión al llegar a Houston fue el hecho de ver tanta diversidad en la humanidad, “Sí, habíamos muchas personas de todas partes del mundo”, contó con felicidad. Eso para ella fue muy bonito, al igual que recibir el mismo trato que daba.
Y hablando de las diferencias culturales entre México y Estados Unidos, nos relató de su experiencia celebrando el 04 de julio y lo distinto que es a la celebración en México del 15 de septiembre, ya que allá hay fuegos artificiales, reuniones y convivencias, sin embargo, dice que no es lo mismo que aquí en varios factores. Igualmente, nos compartió una experiencia de cuando sus amigos de varios países, mexicanos principalmente, les hicieron una fiesta de bienvenida allá, en donde hubo mucha comida tradicional mexicana, música, bailaron, todo muy bonito. Sin embargo, “Hasta la poli nos echaron”, contó, pues en México tendemos a ser muy escandalosos para nuestras fiestas, y allá no se organizan ni celebran igual. Para Eugenia, es más bonito nuestro país con sus creencias, cultura y fiestas.
Para ella, fue más difícil encontrar trabajo a diferencia de su esposo, quien a la semana de llegar ya estaba trabajando como cocinero y atendiendo el buffet en un restaurante llamado “Golden Corral”. Por lo tanto, él habló con el manager para que le dieran un trabajo a ella. No obstante, en el mes donde no tenía un trabajo, fue niñera de una niña pequeña, que cuidaba en su departamento. Ya una vez que entró al mismo restaurante qué su esposo, solo trabajaba por pocas horas a la semana, sin embargo, la fueron capacitando y una vez bien establecida llego a trabajar hasta 80 horas por quincena y a veces hasta más, ya que llego a cubrir horas de sus compañeras que preferían ir a ver a sus hijos, lo cual para Eugenia era bueno, ya que significaba más dinero, y contó con sinceridad qué prefería trabajar a estar en su departamento, pues no tenía a sus hijos con ella.
Sobre su experiencia propia en el ámbito laboral, nos compartió su anécdota con una chica de Chiapas que se encargó de hacerle la vida pesada, “Luego me decía “¿Y tú para qué vienes? Tú aquí no haces falta””, no obstante Eugenia no se rindió y siguió aprendiendo de su trabajo, asimismo, nos dijo que como todo, así como esa chica le ponía el pie, otra amiga la ayudaba mucho, “Me decía “Tú no le hagas caso, te voy a poner al tiro y te voy a enseñar a trabajar”, y efectivamente, esa chica fue la que me capacitó mejor y me enseñó como se trabajaba”. Para sorpresa de Eugenia, en una ocasión ella tenía más horas y le dieron el trabajo a ella, mientras que a la chica que la molestaba la despidieron. Y considera que eso fue lo más difícil, pues de ahí en fuera, fue una experiencia muy bonita trabajar ahí y conocer a tantas personas muy amables.
Eugenia nos comentó que nunca aprendió el idioma, pues no lo necesitaba en el trabajo, y las veces que el manager le hablaba sí le entendía a pesar de no hablar el idioma. Aparte contaba con el apoyo de meseros uruguayos, colombianos, etc., que le traducían las cosas. “Yo a veces les entendía y con mi inglés de a peso, dirían, yo les trataba de contestar”. María nos dijo con nostalgia que lo que más extrañó fue a su familia, a sus hijos y padres principalmente, fue lo más duro no tenerlos cerca, sin embargo, sabía que lo había hecho por ellos y no se arrepiente, ya que fue para que estuvieran mejor y tuvieran mejores oportunidades. “Aunque lloraba mucho allá, yo también me daba ánimos de decir “Es por ellos””.
Ella nos comentó que casi no salían con su esposo, ya que se cuidaban mucho, pues sabían que tenían que estar bien para sus hijos, regresar con bien. Pero si llego a conocer varios lugares bonitos, María considera que lo más lindo de aquel país es su vegetación, sus bosques, sus lagos, parques. En donde ella vivió, Georgia, hay muchísima vegetación y realmente disfrutaba de verla. Igualmente, disfrutaba ir a las tiendas para comprarle cosas a sus hijos y mandárselas.
María no planea volver, debido a su edad y porque ama a su país, sin embargo, le gustaría visitar a sus amigos que dejó allá alguna vez. En cuanto a las metas que tenían cuando se fueron a Estados Unidos, eran terminar de construir su casa que tenían aquí y juntar dinero para la educación de sus hijos, los cual sí llegaron a lograr con base de esfuerzo y un ahorro que iban haciendo. Aparte, una vez regresando a México, se pusieron las pilas y consiguieron trabajo rápidamente.
El consejo que Eugenia le da a las personas que tienen pensado ir a Estados Unidos también por una mejor vida, es que vayan principalmente a trabajar y que se cuiden mucho, pues le toco ver a compañeros que “vivían la vida loca”, no ahorraron y llegaron a meterse en problemas, hasta el punto en que terminaron en la cárcel. “La vida allá te deslumbra”. Aconseja que piensen en su futuro y tengan sus objetivos bien claros, para que no se dejen desviar por las maravillas que puedes encontrar allá. “Allá vas a trabajar, no vas a divertirte nada más”.
Finalizamos la entrevista preguntándole a Eugenia como fue su experiencia viviendo allá, por lo que nos dijo que fue algo grato, pues estuvo trabajando junto a su esposo, muy contentos y a gusto, ya que sus managers fueron muy buena gente y sus compañeros se convirtieron prácticamente en su familia. “No tengo nada malo que decir de ese país, gracias a Dios yo fui y vine con bien a México”. Para ella fue una experiencia bonita, y por supuesto, en algunas ocasiones triste, ya que estuvo lejos de su país y de su familia. Sin embargo, nunca les faltó comida y les dieron muy bonitas anécdotas. “Gracias a Dios, yo puedo decir que en ese país me fue muy bien”.