Escrito por Ricardo Camacho
El empate a ceros entre la selección mexicana y su similar de Ecuador, significó la eliminación del tricolor y marcó otra decepcionante actuación en el torneo continental, siendo el escandaloso 7-0 ante la selección chilena la más reciente, en 2016. Aunado al tropiezo en la Nations League ante los Estados Unidos, todo indica que la continuidad del entrenador mexicano pende de un hilo, y las razones para sustituirlo son suficientes. El “tri” necesita una sacudida de emergencia ante tal situación.
La selección mexicana vive la crisis más grave de los últimos 50 años y la reciente eliminación en fase de grupos de la Copa América se suma a la amplia lista de fracasos y decepciones que no solo se reflejan en el campo y van más allá del terreno de juego. Este equipo ya no es un símbolo representativo del aficionado al futbol en nuestro país. Una selección que no juega en su propio país, que no viste los colores de su bandera y, sobre todo, que no refleja la pasión al balompié que históricamente ha sido un elemento inherente y fundamental para la conformación de la sociedad mexicana.
Hoy se pueden atribuir responsabilidades a todos los niveles que conforman nuestro futbol, y llegar así a la conclusión de que el problema que hoy aqueja a este deporte es multifactorial y de raíz, y que se necesita mucho más que un entrenador para solucionar la hecatombe, y aunque eso es un hecho, también es claro que a 711 días de la copa el mundo el panorama no pinta nada bien, y las opciones se agotan conforme el calendario avanza. A mi parecer, el primer paso para intentar evitar la catástrofe es terminar con el defectuoso proceso de Jaime Lozano.
La inexperiencia de el “Jimmy” le costó caro al combinado nacional, pues sus decisiones han sido en su mayoría erráticas, y su incapacidad de reacción ha sepultado resultados importantes a lo largo de su gestión. Lozano y sus dirigidos no tomaron con la relevancia que merecía esta Copa América, único torneo importante que disputará el equipo de cara a la copa mundial de 2026, donde, además, México es sede. Jaime llegó al tricolor en calidad de “bombero”, pero a final de cuentas evidenció que no tiene ni el recorrido, ni el talento, ni la capacidad y mucho menos la preparación para acabar con el incendio al que se enfrenta.
El 10 de mayo en una conferencia de prensa Jaime presentó junto a Duilio Davino la lista pre-eliminar de los convocados de cara a la Copa América, en dicha lista se anunció un cambio generacional presuntamente por órdenes del entrenador, aunque claro, solo presuntamente. Este falso intento de recambio mantuvo en el cuadro titular a 8 de los 11 jugadores que fracasaron hace año y medio en el mundial de Qatar. Sacrificó a un Guillermo Ochoa de 38 años por un Julio González de 33, sacó de la lista a un Henry Martin de 31 para incluir a un Guillermo Martínez de 29, y por último a un Irving Lozano que si bien es cierto ha demostrado poco y nada en el combinado tricolor, es una mejor opción que un jugador tan limitado y de capacidades tan cortas como lo es Uriel Antuna.
México se va de la Copa América con un solo gol marcado en tres partidos, firmando la primera derrota ante Venezuela en toda la historia de nuestro futbol y quedándose en primera fase por tercera vez a lo largo de todas sus participaciones, las tres ocasiones suscitadas en los últimos diez años. Se va también con las esperanzas por los suelos, más distanciados todavía de su afición y con un ambiente paulatinamente más caliente, por lo que la continuidad de Lozano, jugadores y algunos altos mandos es simplemente insostenible.