Saúl Aburto, un hombre de 48 años de edad, esposo, padre y trabajador; nos abre su corazón y comparte los momentos más significativos de su vida en esta entrevista. Su historia está marcada por la valentía y resiliencia al afrontar los problemas. Nos cuenta su historia de vida, desde una infancia llena de cuidados y amor hasta la superación de pérdidas dolorosas.

La infancia de Saúl fue un tiempo de cariño y protección. "Mi infancia fue muy bella ya que fui el primero, al ser el primero de papá y mamá siempre recibes más consentimientos que otro niño", recuerda con ternura. Creció en un entorno familiar donde sus padres trabajaban en un negocio de comida en casa, lo que le permitió estar siempre cerca de ellos, aunque era principalmente cuidado por una tía y su abuela. "Siempre tuve muchos cuidados de mi abuela, de mis tíos y algunos primos mayores cuando era yo bebé", comenta Saúl, subrayando la importancia de la familia en su vida.

Saúl conoció a su primera esposa en una etapa temprana de su vida, y su relación comenzó de una manera poco convencional. "Empezamos a empujarnos con el balón y me llamó la atención su dureza y fue como nos volvimos novios", relata, describiendo cómo un simple juego de pelota se convirtió en el inicio de una relación seria. Saúl recuerda cómo, a pesar de las dificultades, logró ganar su confianza y amor, organizando incluso una fiesta sorpresa de 15 años para ella. "Claro que eso todavía aun así se ganó ella un cariño en la familia y un aprecio hacia ella y yo creo que ella también hacia mí porque lo di todo por ella a cambio de nada", reflexiona.

“Nadie sabe el futuro y vamos tomando decisiones, jamás fue mi intención hacerle daño. Me casé por amor, sí muy joven, pero por amor y con decisión, no fue un accidente, no fue un resbalón. Fue algo consensuado, planeado para podernos quedar juntos.”

Uno de los momentos más dolorosos en la vida de Saúl fue el nacimiento y posterior pérdida de su hija. "La vi, era una bebé hermosa, hermosa, pequeña, frágil, pero tenía una sabanita. Cuando la enfermera le quita la sabanita, vi sus intestinos por fuera. Si te impacta, tenía yo 18 años, era un papá muy joven, pero siempre consciente, Digamos que mi primera esposa fue mi primera novia", describe con lágrimas en sus ojos y con voz cortada. A pesar de los esfuerzos médicos y su inquebrantable deseo de luchar por la vida de su hija, ella falleció a los 13 días de nacida.

“Aproximadamente a las 5 de la tarde desperté pensando en Diosito, si me la vas a dejar bien, déjamela y si no, llévatela. Me arrepentí de haber dicho eso porque llegué al hospital y me dijeron que había muerto. Sé que son cosas que han pasado años, pero lloré, quise destruir el hospital, los doctores, ese niño ya les daba miedo, que era yo, porque si me puse como loco. Me sentí muy mal por haberme despegado, por haber dicho lo que dije, me arrepentí, mandé al carajo a todo, cielo, infierno, dejé de creer. Amigos que conozco tienen a sus hijos y nunca cuidaron ni a su pareja, ni el embarazo, sin embargo, yo me dediqué a quererla, cuidarla, alimentarla, prepararme para ser padre y no se me quedó.”

A lo largo de su vida, Saúl ha demostrado una capacidad asombrosa para enfrentar y superar adversidades. Tras la muerte de su hija y la eventual separación de su esposa, encontró consuelo y fuerza en el ejercicio y en la disciplina del pentatlón. "El pentatlón es una institución que tiene muchos valores, los resalta principalmente los patrióticos, pero hay algo por lo que me metí al pentatlón, yo sufrí bullying de niño", comparte. En el pentatlón, aprendió valiosas lecciones de vida, como la importancia del valor y la lealtad.


“En una ocasión nos forman a 20 niños y nos dicen van a hacer un salto mortal. ¿Y cómo es eso? Van a correr, se van a impulsar hacia arriba, se van a encoger y van a caer parados. ¿Entendido? Sí, señor. Todos gritamos. Da la orden. Yo sentí que los 20 habíamos corrido. Yo sentí que los 20 habíamos brincado. Yo sentí que los 19 habían caído parados y solo yo acostado. Me caí, me saqué el aire. No podía respirar. Paulino Pérez Hernández se para arriba de mí y me dice, eres cabrón, vas a ser chingón. Volté alrededor y nadie se aventó. Y yo no entendía por qué decía que iba yo a ser chingón si lo había yo hecho mal. Y ahí fue en donde entendí que solo por el hecho de atreverte haces un cambio. Y empecé a atreverme a lo que venga, como venga", afirma con convicción.

Tuvo una tercera pérdida, donde lo corren del pentatlón, la institución donde creció durante 12 años de su vida. “Me tratan de traidor, unos chismes, unos cambios políticos adentro, lloré por tercera vez, sentí que perdía algo, sentí que la vida se iba poco a poco de lo que quería. A lo mejor también por eso soy muy llevadero, podría ayudar a gente que no conozco, pero no dejo que me amen, no dejo que me ayuden, porque siento que me hacen débil.

Siento que puedo solo y creo que es mi naturaleza no dejarme, no fue algo en especial, el ejercicio me ha servido para no poner atención y no perderme en esto. Claro, cuando mi pareja me dijo me voy, sí, me perdí tres días en el alcohol. Un amigo, el oficial Luis Morales, me encontró y me dijo ¿qué prefieres? Que digan qué bueno que lo dejé porque mira cómo está o que se arrepientan de que te dejaron y que te vean bien. Entonces con una pequeña palabra me dije a mi mismo como voy a estar queriéndome morir en alcohol o echando a perder mi vida. No necesito grandes palabras ni grandes discursos, solo necesito una buena cachetada de la vida y seguir adelante.”


Después de años de dedicación al trabajo y de superar sus propias limitaciones emocionales, Saúl encontró nuevamente el amor y formó una nueva familia. "Solo me enfoqué a trabajar y a sobrevivir, no me importaba nada", dice sobre el periodo antes de conocer a su actual pareja. Esta vez, seleccionó cuidadosamente a su compañera de vida, buscando alguien que compartiera sus valores y su visión del futuro.

La historia de Saúl Aburto es un testimonio de la fuerza del espíritu humano y de cómo, a pesar de las pruebas más difíciles, se puede encontrar el camino hacia la felicidad y la realización personal. Su vida es un ejemplo de cómo el amor, la valentía y la resiliencia pueden transformar incluso los momentos más oscuros en experiencias de crecimiento y aprendizaje. “Mi consejo es no se preocupen, esto pasa, algunos al otro día, otros tardan una semana, otros tardan un año, si es que tardó más de un año es porque tú lo estás decidiendo y a lo mejor dentro del dolor lo estás disfrutando, si no lo disfrutas, cámbialo.”